JETHRO TULL´S IAN ANDERSON EN BARCELONA
Jethro Tull revisita el legendario 'Thick as a brick' con un público entregado.
Barcelona. (EFE).
- El veterano flautista, guitarrista y vocalista escocés Ian Anderson, alma mater del legendario grupo de folk-rock Jethro Tull, ha actuado este miércoles en el Palau de la Música en un concierto en el que ha revisitado uno de sus grandes éxitos, Thick as a brick, y ha presentado la nueva continuación del álbum.
La banda se fundó en el ya lejano 1967 en Londres y desde entonces ha publicado una treintena de álbumes y acumula 80 millones de copias vendidas, un auténtico récord de permanencia en el gran circo de la música, aunque desde hace un tiempo alejado ya de los grandes escenarios.
Ha comenzado el concierto, programado dentro del Festival del Mil·lenni, con la proyección de una escenificación que introduce la explicación de Gérald Bostock, el niño protagonista del álbum Thick as a brick, cuya portada era un periódico desplegable y seguramente una de las carátulas más conocidas de la historia del rock.
El vídeo ha dado paso a la primera canción de la noche, una versión actualizada de aquel Thick as a brick, un tema que en su versión original duraba 43 minutos y ocupaba las dos caras del vinilo. La nueva versión conserva prácticamente intacta la parte instrumental, los inconfundibles solos de flauta travesera que tan bien maneja Anderson -incluso con sus equilibrios y acrobacias con su pierna izquierda alzada pese a sus 65 años-.
Para compensar la pérdida de potencia de voz, Anderson recurre en las partes vocales más exigentes con un segundo cantante, que incluso imita la voz del veterano autor de Too Old to Rock 'n' Roll: Too Young to Die!, o en otras ocasiones ha recitado fragmentos de la letra cual rapsoda.
Anderson estuvo acompañado de John O'Hara en los teclados, David Goodier en el bajo eléctrico, Florian Opahle en la guitarra, Scott Hammond en la bateria y Ryan O'Donnell como vocalista de apoyo.
La primera parte de la velada estuvo dedicada exclusivamente a aquel disco que Jethro editó en 1972, una larga y teatralizada sinfonía, con un solo de batería como los de antes incluido. En la segunda parte, la banda presentó los temas de la continuación de aquel álbum, Thick as Brick II, subtitulado Whatever Happened to Gerald Bostock?, en el que Anderson continúa contando la historia de Bostock cuarenta años después.
Este último trabajo comienza con From a Pebble Thrown, que en algunas notas recuerda el disco de 1972 y que comienza con unos aires medievales y acaba como una pieza pura de rock y en la que Anderson alterna la flauta con la mandolina, seguido por Pebbles instrumental y Might-have-beens.
A estas siguieron los temas Upper Sixth Street Loan Shark, Banker Bets, Banker Wins, Swing It Far, Adrift and Dumbfounded, Old School Song, Wootton Bassett Town, Power and Spirit, Give Till It Hurts, Cosy Corner, Shunt and Shuffle, A Change of Horses, Confessional, Kismet in Suburbia y What-ifs, Maybes and Might-Have-Beens, con el que han completado este último trabajo. En los bises Anderson y su banda, hicieron una concesión al pasado y al público del Palau, mayoritariamente cincuentón, al entonar Locomotive Breath, el otro tema destacado del álbum Aqualung.
Tras el concierto del Palau de la Música, Ian Anderson y su nueva banda completará una gira por diferentes ciudades españolas que incluyen mañana Zaragoza (Palacio De Congresos Expo 08), el día 8 en el Palacio de Congresos de Málaga, y el día 9 el Auditorio Kursaal de San Sebastián. Seguidamente, cruzarán el Atlántico y actuarán en Chile, Argentina y Brasil, antes de ofrecer dos conciertos en abril en Japón.
LA VANGUARDIA
jueves, 7 de febrero de 2013
IAN ANDERSON-RUEDA DE PRENSA GIRA ESPAÑOLA-PRESS CONFERENCE SPANISH TOUR
IAN ANDERSON-RUEDA DE PRENSA GIRA ESPAÑOLA (PRESS CONFERENCE SPANISH TOUR)
El líder de Jethro Tull, que mañana revisa en Málaga su célebre 'Thick as a brick', no es un roquero al uso: toca la flauta, huye de fiestas y aborrece el fútbol.
Ian Anderson comenzó ayer en Barcelona su gira por España que le llevará por cuatro ciudades presentando por segunda vez (ya estuvo en Julio en nuestro pais) su ultimo trabajo, el aclamado por crítica y publico Thick As A Brick 2. Mañana día 8 de febrero tocará en Malaga.
Recuerda que una noche Robert Plant, vocalista de Led Zeppelin, «se sintió insultado» porque se negó a ir de fiesta. «Intentaba explicarle que eso de salir de copas no era lo mío, pero se lo tomó como algo personal y pensó que era un borde», cuenta Ian Anderson. Es una leyenda viva del rock, el alma de una de las bandas más veteranas de la escena, un superviviente de modas, formatos y géneros. Pero él no es un roquero al uso. La flauta -y no la guitarra- es su instrumento principal, nunca ha sido artista de excesos ni juergas locas, y desafía a sus compatriotas británicos criticando abiertamente el fútbol. Así es Ian Anderson, ese extraño roquero. A sus 65 años está en plena forma. ¿Cómo? «Con 120 conciertos cada año, es como dos horas de aeróbic», declara al otro lado del teléfono.
El líder de Jethro Tull reinterpreta mañana viernes en el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga su mítico álbum 'Thick as a brick'. Lanzado en 1972, con una única canción a modo de sinfonía rock, se basa en un poema escrito por un supuesto niño precoz llamado Gerald Bostock, alias 'Little Milton'. Pero no solo del pasado vive Anderson. Tras una pausa, presentará en Málaga 'Thick as a Brick 2', donde descubre qué ha sido de Gerald Bostock cuarenta años después.
El tiempo le ha sentado bien al músico escocés. «Estoy mejorando, ya puedo llegar a ese punto donde puedo ser más constructivo a la hora de componer», reconoce. Pero hay cosas que no cambian: pese a los años, Anderson sigue tocando la flauta con una pierna levantada. Una marca de la casa que llegó por accidente. «Tocaba la armónica y mis pantalones eran demasiados apretados... y a lo mejor la ropa interior demasiado pequeña. Cuando soplaba para llegar a las notas más altas, una pierna involuntariamente se levantaba en una mezcla de dolor y placer. Trasladé ese movimiento a la flauta, y se convirtió en un sello distintivo», explica.
Reconoce que su música actual es la de un «alma inquieta». «Me aburro fácilmente, ahora más que nunca», admite. Aunque sea un legendario roquero, cuenta que en su adolescencia nunca le interesó demasiado ese género. Se movió por el blues, el jazz, la música folk y hasta la clásica. Con Jethro Tull, a finales de los años 60, encontró su camino en lo que se llamó rock progresivo. «Era un periodo muy fértil de música creativa que no hemos visto desde entonces», lamenta. Pero, en su opinión, no está lo suficientemente valorado. «Han echado mucha agua fría sobre la música pop rock de entonces», dice.
Original
Puede que su generación no fuera la mejor, pero sí era la «más original». «Éramos los primeros. Era 1969, cuando Neil Armstrong pisó la luna», reflexiona.
-¿Es usted entonces el Neil Armstrong de la música?
-No, pero soy una de aquellas personas de menos relevancia que se montaron, se abrocharon el cinturón y sintieron la fuerza de la mecha encendida. Los astronautas ya no son conocidos pero han estado allí. Los que hemos hecho muchos discos y muchos conciertos pertenecemos a ese club de élite: no nos conocen todo el mundo pero estamos allí.
Estaba, pero era «el raro» del grupo. «Entre mis contemporáneos tengo reputación de ser un poco despegado, solitario y quizás no muy amigable», admite. No le gusta la fiesta y no le llaman la atención las «cosas de chicos». El fútbol, por ejemplo, es una de ellas. «Eso de ensuciarse, pasar frío y después estar con un montón de chicos agresivos en la ducha no era lo mío», asegura. No se corta y define el deporte rey como un grupo de hombres que se «portan mal juntos y a los que les pagan una cantidad enorme de dinero por hacerlo».
Ian Anderson, con cuatro fechas en España -Barcelona, Zaragoza, Málaga y San Sebastián- antes de saltar a Latinomérica, sabe que viene a un país en crisis. «Y tenemos que ser humildes a la hora de cobrar», afirma. Es más: «quitaría la tercera parte para venir a tocar a España», señala. Es un tipo coherente. El músico, que ha sido condecorado con la Orden del Imperio Británico, ha rechazado cobrar la pensión que le correspondería al cumplir los 65 años. «Llevo 44 años pagando impuestos en el Reino Unido, pero los que podemos vivir sin esta ayuda social deberíamos devolverla al bote caritativo. De hecho me siento algo culpable cuando voy al médico del servicio público. Si yo puedo pagar un seguro privado, ¿qué hago atascando la consulta?», se pregunta.
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